Mirando por la ventana,
descubrí una inmensa mirada,
que resultaba peculiar.
En ese mismo momento recordé la tuya,
que todas las noches se veían desde mi ventana.
Tras recordar tu mirada, tu cara y tu cuerpo,
recordé mis lágrimas, en mi cara,
recordando mis manos entre las tuya.
Cuando éramos aun jóvenes,
y mientras ahora,
lloro yo por tu ausencia,
mientras leo, estas cartas tuyas,
¡Oh amado mío!
Que en esas noches de amarguras,
con tus miradas y ternuras,
me dabas tantos placeres,
como los que yo necesitaba.
Amor sin ti
la luz no tiene salida.
Te quiero
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.