La luna brilla esta noche,
aunque, ausente, sin apenas decir nada,
ubicada en el cielo oscuro, lúgubre,
ríe temerosa por el ardor de las estrellas,
asumiendo, en cada carcajada, no poder brillar entre ellas.
No todo lo rico engorda,
al menos ahora no.
Quizás ya usted no entienda
que mientras riegue su inteligencia
la única en cambiar será su razón.
No me hagas sacar los recuerdos del baúl,
ese que escondo junto con mi alma.
Este miedo a volver atrás, bien sabes que tu-
yo es, y hasta la eternidad me va a torturar,
aunque también seas tú quien me calma.
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