Me siento aquí cada día de mi vida, desde que mi mujer se murió hace ya un año, con su muñeca de porcelana sintiendo que ella está aquí pegada a mí. Mi casa es la que está detrás de mí y no quiero entrar porque siento que voy a morir de pena y sobretodo de soledad. Mis hijos ya no vienen por aquí y menos aún mis nietos, por eso, me paso todo el día aquí viendo la gente pasar y mirando llorando la muñeca, porque al entrar en casa, la muñeca cambia de color y las luces comienzan a encenderse y apargarse.
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