Jugando con Neruda

Tienes ojos profundos donde la noche alea, 
que centellean como mi alma cuando te amo.
Es en ti la ilusión de cada día, 
te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos, 
callado, delirante, entre dos gondoleros.
Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye.
Entonces, ¿dónde estabas?,
¿diciendo qué palabras?
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto.

Dácil Pérez Cabrera y Patricia del Pino Serrano Déniz

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