Vino de madrugada,
en una noche dulce y calmada,
en una noche inesperada,
lágrimas y súplicas esperaba,
mas sólo resignación le daba,
luego,
su mano en mi pecho posaba,
ningún dolor, ningún lamento.
Vino de madrugada,
en una noche dulce y calmada,
en una noche inesperada,
mi alma se llevaba.
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