Hace un par de años atrás, habitaba en España un hombre bastante apuesto, inteligente y sonriente cuyo nombre era Miguel Ángel Muñóz. Su fama surgió de una conocida serie de televisión en la cual daba a conocer sus dotes como bailarín, pero justo después de finalizar la misma se ahogó en un vacío infinito por lo que decidió vivir una gran experiencia. Experiencia que viviría tomando rumbo a África, continente cálido y tropical , donde dejaría atrás sus días de tristeza y soledad de la fría Madrid.
Pisada las tierras del destino, Miguel puso rumbo a su modesto hostal de Ghana, en el cual decidió tomar una pequeña siesta para reponerse de su largo viaje y por tanto estar descansado para su cóctel de bienvenida. Una vez despierto, se vistió con sus mejores galas, la cual acompañó con la mejor de sus sonrisas, sonrisa que no sabía que le llevaría a encontrar a su pareja ideal, una hermosa mujer que realmente brillaba por su inteligencia y valentía. Entre sus grandes hazañas destacaba el surfear con una tabla hecha de hielo por un gran artesano de la helada Canadá.
Mujer, llamada Mónica Naranjo, la cual no esperaba conocer hizo que mientras ambos tomaban una apetitosa limonada, no pudiera dejar atrás este gran continente donde nada mejor le podía aguardar.
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