Se mecía en Pegaso, su caballo de juguete de la infancia, mientras comía su salsa favorita de tacos directamente del tarro. Recordaba aquellas veces que deseaba hacerlo de pequeña, pero su madre no la dejaba. Los años habían pasado muy rápido, ni siquiera se acordaba en qué momento dejó de ser aquella niña de 4 años para convertirse en la mujer que era ahora.
Aitana miraba las paredes de su cuarto, forradas de pósters de Mario Casas, deseando volver el tiempo atrás. Era cierto que ahora tenía fama en la música, justo lo que ella quería, pero no podía negar que extrañaba su antigua vida.
Seguía meciéndose en Pegaso mientras se contemplaba en el espejo de su habitación y entre el vaivén de éste, comenzaron a cerrarse sus ojos.
Al despertar se sentía como nueva, había sido un sueño reparador, pero ya era hora de volver al estudio y seguir grabando éxitos. Pasó ante el espejo para echarse un último vistazo y lo vio. Ante el espejo estaba la Aitana de 4 años, con su vestido de flores favorito y un lacito azul en el pelo. Había retrocedido en el tiempo. ¿Pero cómo?
Desesperada tomó el tarro de salsa de tacos, tal vez le hubiera sentado mal y estuviese teniendo alucinaciones. Comenzó a mecerse rápidamente en el caballo creyendo que así podría volver a su estado actual. No pasó nada. Se miró al espejo de nuevo, preguntándose si había estado recordando su niñez pasada o fantaseando con su vida futura…
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