Joana Alemán 

Una tarde de verano con muchísimo calor, una familia de leones de clase alta, andaba por la selva buscando algún elemento con el que poder ducharse y sentirse limpio por fin. Habían probado bastantes champús a lo largo de toda su vida, pero con ninguno habían conseguido sentirse cómodos y aseados. 

Después de varias horas buscando ese elemento que les haría tan feliz, se tropezaron con una familia de perros callejeros, estos eran de clase baja, sobrevivían como podían y a pesar de no poder ducharse nunca, eran felices con lo que tenían. La familia de leones, al ver esto, les preguntaron la clave de su felicidad, ya que no entendían como sin ducharse podían ser tan felices. A lo que la familia de perros callejeros le respondió que ya antes lo habían tenido todo, desde champús carísimos hasta serums de pelo de alta calidad, y que se dieron cuenta de que se puede ser feliz con poco y estando algo sucio. 

La familia de leones no entendían como los perros podían decir eso, pensaban que eran incultos y no apreciaban la limpieza. Es por ello que los perros les dieron una muestra del poco champú que les había sobrado hace años, y fue ahí, en ese entonces,  cuando descubrieron que los perros tenían razón y que por muy caro y bueno que fuera el champú, no les hacía más felices de lo que ya eran. 

La familia de perros y de leones continuaron siendo amigos por mucho tiempo y cada año en esa misma tarde, ambas se enviaban ramos de flores, recordando que se puede ser feliz sin tener los champús más caros del mundo.  

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